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a Asociación de Empresarios de Hostelería de Feria de Andalucía amenazó con un paro patronal ilegal que afectaría a las 780 casetas que gestionan en la Feria de Abril de Sevilla si no les dejaban saltarse la ley y explotar a sus trabajadores imponiéndoles «plena disponibilidad y horarios prolongados de atención al público».
Inventaron que la reforma laboral les impedía obligar a trabajar en las condiciones que acostumbraban. Con ese discurso, los patronos pretendían chantajear al Gobierno en general y a Yolanda Díaz en particular valiéndose de la enorme repercusión de la amenaza en los medios de comunicación para intentar enfurecer y echarles encima a los cientos de miles de personas que llevan ya dos años sin disfrutar de la Fiesta por excelencia —con permiso de la Semana Santa— de la capital andaluza.
En las ferias se han trabajado jornadas de 16 horas «toda la vida de dios», llegaba a soltar un empresario del sector en televisión. En pleno siglo XXI, una sucesión de patronos desfilaban por los medios de comunicación soltando lágrimas de cocodrilo para parecer víctimas de una ley que, según aseguraban, les impedía por primera vez ejercer su derecho a machacar a los trabajadores —bueno, ellos no lo explicaban exactamente así—.
Los caseteros aprovechaban el morbo que generaba su amenaza en cierta prensa, sobre todo aquella donde quienes toman las decisiones de lo que es o no noticiable estaban dispuestos a prestarse a su juego creyéndose —o fingiendo que se creían— a pies juntillas un argumentario que sonroja a cualquiera que tenga unas nociones básicas de derechos laborales. Lo que sea por atacar al Gobierno. Obviamente, también hubo medios que usaron la polémica para desmontar su bulo y destapar lo que había realmente detrás de sus reivindicaciones.
La astracanada contaba, cómo no, con el apoyo de Vox. Con una Macarena Olona presentando como «huelga» el paro con el que amenazaban los patronos, llamando «Lady Paro» a la ministra de Trabajo con la que están descendiendo de forma histórica las tasas de desempleo, dando por bueno el bulo de que la reforma laboral «pone en riesgo la Feria en Andalucía» y amenazando con presentarse, «si nos quedamos sin Feria, con el traje de flamenca en la sesión de control del Congreso». Un traje de flamenca que, como bien dice Teresa Rodríguez, no es más que un disfraz electoral de la que será en las próximas autonómicas la sustituta del exjuez Francisco Serrano tras su dimisión por el escándalo de la ayuda pública de 2,5 millones de euros por el que está siendo investigado.
«Lo que se está diciendo es radicalmente falso. La reforma laboral no toca nada relativo a la jornada laboral y mucho menos al descanso», tuvo que recordar públicamente Yolanda Díaz ante la victimización de la que estaban gozando los explotadores en numerosos medios que legitimaban sus reivindicaciones dando por bueno el bulo en el que la basaban.
La jugada no les ha salido bien a los empresarios. Tras una reunión con el subdelegado del Gobierno en Sevilla, Carlos Toscano, el secretario de los caseteros, Manuel Sánchez, ha dicho están planteándose convocar una asamblea para desconvocar el paro porque no habían tenido en cuenta «matices» que «desconocíamos» en la legislación laboral.
Los «matices» son, entre otras cosas, que en España está reconocido el derecho a la jornada laboral de 40 horas semanales y 8 diarias desde 1919, como consecuencia de las reivindicaciones de los sindicatos. Y que desde 1980 está regulado que entre el final de una jornada y el inicio de otra deben transcurrir al menos 12 horas. Un elemento clave para la prevención de riesgos laborales y, obviamente, evitar que a los trabajadores se les machaque.
Pero más allá de que el paro patronal no va a producirse, por mucho que les duela a Olona y el resto de dirigentes del partido enemigo de la clase trabajadora, no debemos dejar de poner el foco en algo absolutamente trascendental. Con esta historia, lo que han hecho numerosos empresarios es confesar que llevan décadas dedicándose a vulnerar la legislación que regula los derechos laborales. Para ser exactos, llevan haciéndolo «toda la vida de dios».
Así que este año, más que nunca, lo deseable es que todas las casetas de la Feria de Sevillay del resto de ferias que se celebran en Andalucía reciban la visita de la Inspección de Trabajo. No una visita por caseta, sino varias. Y por supuesto, sin preaviso. Porque para detectar que se está impidiendo a un trabajador su derecho al descanso no basta con pedir papeles. Hay que volver horas después al establecimiento para comprobar si alguno de los camareros o cocineros sigue allí.
Como ha dicho la ministra de Trabajo, «las leyes hay que cumplirlas en todos sitios». Pero para garantizar que se cumplen, es clave que funcione la inspección.
Publicado originalmente en El Plural.