Son muchos los personajes de la ultraderecha mediática y política que me tienen en su punto de mira. Tengo que confesaros que no puedo seguir solo y necesito ayuda. Porque siento que estoy caminando en la cuerda floja. Os voy a explicar por qué.
El que fuera jefe de Vox en Andalucía, Francisco Serrano, ha impulsado cinco procedimientos judiciales contra mí. Está obsesionado conmigo desde que ayudé a destapar un posible delito de fraude en subvenciones de 2,5 millones de euros y lo denuncié ante la UDEF. Denuncia que dio lugar a una querella de la Fiscalía, que le pide hasta 8 años de cárcel. Serrano ha intentado echarme de la acusación popular que ejerzo en esa causa, amedrentarme y hundirme económicamente con una batería de querellas en las que me ha atribuido delitos de odio, injurias, calumnias y revelación de secretos.
Son muchos los personajes de la ultraderecha mediática y política que me tienen en su punto de mira. Lanzan contra mí todo tipo de acusaciones y denuncias con las que no solo juegan a la estrategia de desgaste personal, sino que también, sobre todo, intentan mi desgaste económico.
Quienes me difaman y denuncian suelen tener enormes recursos. Recursos que a veces proceden de subvenciones de gobiernos del PP y Vox o de donaciones de incautos a los que han convencido con sus bulos y creen que soy un delincuente. Incluso hay quienes han anunciado denuncias contra mí para aumentar sus seguidores y su popularidad. Y para monetizar los vídeos donde lo cuentan.
Ellos saben que yo carezco de esos grandísimos recursos económicos. Saben que llevándome constantemente a los tribunales pueden provocarme enormes problemas. Porque incluso cuando han perdido sus querellas no les han condenado a pagarme los honorarios de mi abogado y mi procurador. Y saben que tengo una limitada capacidad para emprender actuaciones judiciales contra la larga lista de ultras que me insultan, acosan, amenazan y calumnian atribuyéndome un sinfín de delitos.
Me han acusado de defraudar dinero público, de destinar ese dinero a la compra de cocaína, de dedicarme a estafar, acosar y extorsionar, de ser un pederasta, de tener sicarios que parten piernas y amenazan de muerte.
Acusaciones que han logrado viralizar provocando que gente de su cuerda me insulte no solo en las redes sociales, sino también en la calle. Un ultraderechista me advirtió de que sabía cuál era mi recorrido diario desde casa hasta el trabajo. Me han amenazado con agresiones físicas y he soportado que me hagan fotos cuando paseo con mi familia para publicar todo tipo de invenciones.
Ese acoso también llega a mi mujer y a mis hijas. De Keka han llegado a publicar que es una prostituta y que se acuesta con mi padre. Mis hijas saben a qué nos exponemos. Hace poco les conté que, cuando aún eran dos niñas, tuvimos que pasar varias semanas cambiando nuestro recorrido habitual para que no vieran carteles con mi cara que habían colocado por las calles llamándome delincuente. Y más recientemente, suplantaron mi identidad para acceder a información sobre nuestros números de teléfono y nuestro domicilio. También nos dejaron una pintada en el buzón mentando a mis muertos.
Y tú dirás: vale, pero al final siempre ganas en los tribunales. Te forras con indemnizaciones cada vez que logras una sentencia donde condenan a los que te atacan y eso te compensa lo que tienes que gastarte cuando te denuncian a ti. Pues no. Tengo más de 20 sentencias a mi favor, pero no siempre gano. Y solo dos veces he sido indemnizado. Cuando Eduardo Inda o Javier Negre han tenido que publicar rectificaciones relacionadas con bulos sobre mí, las sentencias no les han obligado a indemnizarme porque el derecho de rectificación no contempla indemnizaciones. Y he tenido que defenderme en procedimientos civiles o penales por derecho al honor en casi tantas causas como las que he podido abrir yo contra quienes me difaman.
A día de hoy tengo más de una decena de procedimientos judiciales abiertos. Y no, FACUA no cubre mis gastos en las causas judiciales que no tienen vinculación directa con mi actividad al frente de la organización. Nuestros socios no tienen por qué asumir ese coste.
Cada vez que he presentado una demanda de rectificación, esas cuyas sentencias muchos habéis aplaudido en las redes, he arriesgado varios miles de euros. Los he arriesgado en seis ocasiones. Todas han salido bien, pero podrían haber salido mal. Porque si los jueces no me hubieran dado la razón, tendría que haber pagado las costas de abogado y procurador de los demandados.
Y si se trata de demandas por intromisión ilegítima en el derecho al honor, me la juego muchísimo más, porque ahí las costas se disparan. Me he llegado a jugar decenas de miles de euros.
Así que tengo que confesaros que no puedo seguir solo y necesito ayuda. Porque siento que estoy caminando en la cuerda floja. No puedo seguir poniendo en riesgo la economía de mi familia.
Muchos me habéis felicitado y aplaudido por haber denunciado y ganado en los tribunales a miembros del sindicato del bulo. Muchos os habéis ofrecido a aportar ayuda económica si era necesario. Hasta ahora mi respuesta ha sido solo «GRACIAS». Pero desde este momento, tengo que decir «SÍ, GRACIAS». Bienvenida sea tu ayuda. Porque con ella quizás pueda seguir enfrentándome a ellos aparcando ese temor a acabar arruinado. Y con tu ayuda tal vez pueda llevar por fin a los tribunales a gente que lleva muchos años haciéndonos un enorme daño. Gente con la que no me he atrevido a dar el paso porque el riesgo era demasiado alto.
Gracias por escucharme. Gracias por estar ahí puedas o no colaborar. Si puedes y quieres hacerlo, en mi página web y en mis redes sociales tienes los enlaces para realizar la donación que quieras. Y por ella, sea cual sea la cantidad, infinitas GRACIAS.
Si quieres ayudarme en las causas judiciales que tengo abiertas, puedes aportar un donativo a través de la campaña que he puesto en marcha en Goteo. Puedes acceder entrando en goteo.cc/rubensanchez.
El dinero será dedicado exclusivamente a gastos relacionados con procedimientos judiciales que nos afectan a mi familia y a mí (costas de abogados y procuradores, desplazamientos, posibles informes periciales…).
Todo quedará ingresado en una cuenta bancaria e informaré de cada gasto que realice. Por supuesto, si recupero las costas judiciales sufragadas mediante donaciones en un proceso, ese dinero será retornado a la cuenta que se mantendrá como caja de resistencia.
Si llegado un momento las cantidades depositadas en la cuenta superasen el importe necesario para sufragar las causas en los tribunales, donaré lo que sobre a una organización sin ánimo de lucro dedicada a la lucha por el bien común.