Nos pasamos horas interactuando con otras personas en Twitter, Facebook, Instagram… A veces no somos más que voyeurs, husmeando en vidas ajenas, de personas de nuestro entorno, de amigos, de famosos o de completos desconocidos. Personas que nos divierten, atraen, provocan ternura y admiración… o puede que todo lo contrario.
Y al tiempo que observamos, somos observados. Provocamos en otras personas las mismas sensaciones que otras personas nos provocan a nosotros. O puede que multiplicadas por mil. Y cuando esos sentimientos son negativos, podemos ser objeto de la obsesión por parte de otros usuarios de las redes. Obsesión que puede llegar a ser tóxica, enfermiza… y a veces extremadamente peligrosa.
Hay muchos tipos de trolls en las redes. De hecho, casi todos los somos para ciertas personas. Por una crítica salida de tono o un exceso de confianza. Hay trolls con los que podemos llegar a disfrutar si sabemos cómo y cuando contestarles (¿a quién no le gusta un zas en toda la boca?). A otros se les puede domesticar y convertirlos en una patética mascota que hará las delicias de nuestros seguidores. Hay trolls a los que es mejor ignorar siempre y bloquearles si no queremos leer sus menciones.
Pero también hay trolls, los más peligrosos (orcos, más bien), que sobrepasan ciertas líneas rojas y nos obligan a tomar medidas extremas, como la denuncia en la Policía (y no la virtual, sino la de verdad) o los tribunales.
Tanto si se esconden tras nombres falsos o seudónimos como si actúan con su identidad real, podemos clasificar distintos tipos de comportamientos troll.
1. El principiante. Es aquel que se abre un perfil, amparado en el anonimato, y con un número de seguidores insignificante. Generalmente, su trolleo pasará inadvertido y no alcanzará su propósito ni de lejos.
2. El estratega. Tiene claro el objetivo, contactará con usuarios con identidad digital, buen nivel de penetración, credibilidad y un buen número de seguidores. Hará que ellos se encarguen de propagar su crítica y sin duda pueden conseguir hacer ruido en las redes.
3. El sarcástico. Te puede sacar de quicio en un momento dado. Le encanta liarte. Su finalidad suele ser la de provocar para que no te olvides de él y por supuesto que no te lo calles. Necesita que cuentes qué hace y que señales quién es a los demás.
4. El sádico. Su objetivo es disfrutar con tu dolor y humillación y no parará hasta saciar su sed con tu sufrimiento. Es capaz de sacar de contexto cualquier acción que hagas por el mero hecho de ver cómo los demás hacen carnaza con ello. Lo que peor que puedes hacer es contestar a su provocación pues esa será la señal de su ataque.
5. El arrepentido. Es el que finalmente saca a pasear su conciencia y le sobreponen sus acciones. Pero no te fíes, casi siempre vuelve.
6. El cansino. Aparece sorpresivamente de la nada metiéndose en una conversación y no para de darte palique hasta límites insospechados. Debes pararle los pies o se convertirá en tu peor pesadilla. Bloquearlo puede ayudar, aunque hay gestores de redes que permiten saltarse el bloqueo.
7. El omnipresente. No concibe otra forma de estar en redes sociales que no sea trolleando a diestro y sinietro, especialmente a usuarios con muchos seguidores. Su finalidad, en el caso de que no tenga credibilidad, es la del egocentrismo.
8. El lerdo. Va de listo utilizando un usuario falso y publica el mismo mensaje en su cuenta personal. Le pillas y le hundes, a la par que regalas un buen momento a tus seguidores.
9. El frustrado. Conocido tambien como hater. La difamación, el insulto son su sistema de trolleo. Un desencadenante fundamental para ser un hater es el odio. Su frustación y decepción, en algunos casos interna, le hacen imponer su criterio sobre cualquier otro. Es más, harán lo imposible por demostrar que quien no piensa como él es despreciable y humillable. Cualquier cosa que hagas estará mal y será reprochable. Aunque tengas paciencia muy probablemente acabarás buscando un abogado.
10. El oportunista. Aprovecha el trending topic del momento para insultar a quienes estén relacionados con el tema o para hablar de sus temas recurrentes incluyendo el hashtag sin que éste tenga relación alguna con ellos. Todo por intentar tener un poco de visibilidad.
11. El suplantador. Simula ser otro usuario para intentar dañar su imagen con mensajes que le perjudican o, si se trata de alguien popular, con el fin de captar muchos seguidores para terminar vendiendo la cuenta.
12. El paródico. No intenta suplantar a otro usuario, sino parodiarle, unas veces con el fin de burlarse de él de forma más o menos sana y otras con la intención de difamarle.
13. El zombi. Es una cuenta creada o comprada por un troll con el fin de lanzar mensajes automatizados para atacar a alguien.
14. El vampiro. Es uno de los más peligrosos. Se alimenta del sufrimiento de sus víctimas y en muchos casos vive obsesionado con ellas, monitorizando absolutamente todas sus actividades dentro y fuera de las redes con la finalidad de lanzar sus ataques. Es un delincuente y cada día hay más casos en los tribunales.
15. El cazador de trolls. Hay usuarios que terminan vengándose y trollean a sus propios trolls, ya sea desde sus cuentas personales o creando perfiles específicos para la ocasión.
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Artículo publicado originalmente en El Confidencial.