El truco de las telecos para cobrarte por no devolver el router (y cómo no picar)

Cuando te diste de alta, un técnico vino a casa a configurarte la conexión a internet o la programación de televisión o la compañía te envió por mensajero un paquete con las instrucciones y el ‘router’ o el decodificador. Pero si pides la baja, puede que tu teleco se olvide del equipo para después pasar un recibo a tu banco con una penalización por no haberlo devuelto. Penalización que puede llegar a ser mucho más elevada que el precio real del equipo.

Es muy posible que nadie te llame ni te envíe un mensaje para preguntarte qué día y a qué hora pueden pasarse a recoger el cacharrito. En muchos casos prefieren desentenderse de él y hacer negocio con ese porcentaje de usuarios que pica y paga, ya sea porque no se da cuenta del cargo o porque cuando llama para quejarse le dicen que si se le ocurre devolver el recibo, pasará hasta el fin de sus días en un registro de morosos.

Las principales compañías utilizan distintos trucos para acabar cobrándote por el ‘router’ o el decodificador que te prestaron (¿de verdad creías que regalaban algo?), incluso aunque te lances a devolvérselo por tu cuenta cinco minutos después de darte de baja. Además, en el sector pueden verse contratos que no aclaran cuál es el procedimiento para la devolución de los equipos, instando a que se busquen en la web -algo que no es precisamente fácil- o asegurando que en su día se darán las instrucciones para hacerlo -algo que luego no ocurre, según muchos usuarios-.

La ley dice que el mecanismo para pedir la baja de una compañía debe ser el mismo que el que te facilitaron cuando te diste de alta. Y si la cancelación del contrato implica que hay que devolver el aparato que te entregaron para poder disfrutar del servicio, la fórmula para devolvérselo no puede ser diferente a la que la teleco usó para que llegara a tus manos. Así que si te piden que te desplaces a una de sus tiendas para darles el equipo, no tienes por qué hacerlo, esté a diez metros o a diez kilómetros de donde vives.

Además, no son pocos los usuarios que han intentado entregar el ‘router’ o el decodificador en un establecimiento y se han negado a recogérselo o se han quedado con él pero sin darle un resguardo de entrega. Devolver el ‘router’ y no tener pruebas de haberlo hecho es lo mismo que tirarlo a la basura, aunque en el primer caso el paseo hasta la tienda es mucho más largo que el que haces al contenedor.

Si la compañía te ofrece la posibilidad de enviarle su ‘router’ de vuelta, no tienes por qué desplazarte a ningún sitio ni asumir gasto alguno. Es ella o la empresa de mensajería la que debe llamarte para concertar una cita -igual que cuando vino el técnico para configurarte el servicio- y recogerlo. Y cuando lo haga, ha de entregarte un documento que acredite que se han quedado con el aparato. Si te indican que con poner tu firma en un papelito o una tableta está todo resuelto, niégate y quédate el equipo. Si no tienes un documento que demuestre que lo has devuelto, puede que mañana te exijan que lo pagues con el argumento de que no les consta que te lo recogieran.

Incluso hay quien ha devuelto el aparato, le han entregado un comprobante y meses después, su antigua compañía ha intentado aplicarle la penalización. Y la situación puede llegar a ser tan kafkiana que pongan a una empresa de gestión de cobros y un registro de morosos de por medio para cobrarla. Lamentablemente, en España la legislación no contempla el pago de indemnizaciones a los consumidores que son víctimas de esos errores con olor a fraude. Eso sí, siempre puede presentarse una denuncia ante la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y a la autoridad autonómica de protección al consumidor para que multen a la empresa. En el primer caso por la difusión de datos protegidos y su publicación ilícita en un fichero; y en el segundo por el cargo de una factura de manera fraudulenta.

En su afán de hacer negocio con sus viejos ‘routers’ -buena parte de los cuales ni siquiera reciclan por estar desfasados-, hay compañías que llegan incluso a fijar en sus contratos reducidísimos plazos de sólo 15 días para su devolución en cuanto se produce el alta, planteando que si se entregan después, hay que pagar la penalización igualmente. Una práctica totalmente ilegal, pero que las autoridades de consumo llevan años tolerando como si no supieran que existe.

Y el colmo del fraude llega cuando, pasados unos meses, el usuario que no devolvió el equipo en el plazo que establecía el contrato porque nadie le explicó cómo se lo recogería recibe una carta en la que le indican que la penalización ha crecido exponencialmente y ha pasado de tener uno a dos ceros. A mí, Ono -ahora propiedad de Vodafone-, me pide cientos de euros por unos equipos que llevan años acumulando polvo en el trastero de mis padres desde que me di de baja porque me prometieron un descuento que nunca aplicaron.

 

 

Publicado originalmente en El Confidencial.