Ryanair es líder en abusos, según siete de cada diez pasajeros. Lo dice la última encuesta de FACUA-Consumidores en Acción sobre la calidad de las compañías aéreas.
Un pulso a la opinión de los pasajeros que FACUA realiza por cuarto año consecutivo (ver resultados de 2011, 2010 y 2009) y en esta ocasión la compañía irlandesa ha aumentado once puntos en el porcentaje de encuestados que la posicionan como la aerolínea que comete más irregularidades.
¿Los motivos? Aunque he llegado a contar al menos 40, si resumimos, hay que partir de que esta compañía presidida por un empresario sin escrúpulos en burlarse de las leyes y los pasajeros, Michael O’Leary, pone precio a la dignidad como pasajero. Con Ryanair no viajas, sino te transportan como mercancía.
En todos y cada uno de sus billetes comete algún fraude contra los usuarios. De entrada, anuncia vuelos a precios que no existen, llegando hasta a multiplicar por cuatro la cantidad ofertada.
Al seleccionar un aeropuerto en su web, otorga el más cercano sin avisar y si no te das cuenta, depués no permite cambiarlo. Cobra un suplemento por pagar. Una cantidad desproporcionada muy por encima de la comisión que le cuesta el pago con tarjeta, única cantidad que la Ley de Servicios de Pago de 2009 le permite cobrar. Y son sólo dos ejemplos de las irregularidades que comete en su venta online.
Pero más allá de la larga lista de abusos a los que somete a los pasajeros solo cuando compran el billete, una vez en el aeropuerto, en los no pocos casos en que sus vuelos se cancelan o tienen grandes retrasos y no presta asistencia a los pasajeros, la respuesta que da a las reclamaciones suele ser que no les pagará la comida, bebida o alojamiento que abonaron de su bolsillo en contra de lo establecido en la legislación.
Y es que Ryanair se limpia los alerones con la ley. De hecho deja en tierra a pasajeros sin DNI o pasaporte aunque cuenten con otra documentación válida para vuelos nacionales, vulnerando el Plan Nacional de Seguridad Aérea.
Es más, si la ley la obliga a prestar asistencia a los pasajeros en caso de cancelaciones por huelgas y problemas meteorológicos, impone una comisión a cada billete como contrapartida por cumplirla.
Tampoco tiene reparos en abandonar a pasajeros a su suerte cancelando vuelos o aterrizando en aeropuertos distintos sin prestarles asistencia.
Y si a los consumidores los maltrata, tampoco tiene reparos en someter a sus trabajadoras a una repugnante denigración machista bromeando con que deberían vigilar su peso para ahorrar combustible o con que las prostituiría para que hicieran felaciones por 10 euros. Como también las utiliza como reclamos sexuales para los pasajeros con un calendario donde posan en bikini.
Ante las denuncias de los pasajeros, Ryanair no sólo pasa de empezar a cumplir la ley, sino que no duda en chantajear a políticos y gobiernos amenazando con reducir sus vuelos en un aeropuerto o con dejar de operar en España si no le permiten cometer irregularidades o la multan por ellas.
Y para que lo que hace no trascienda, intenta taparle la boca a FACUA pidiendo a un juez que le prohíba decir públicamente que comete fraudes masivos. Un juez que le ha recordado la existencia del derecho de crítica y a la libertad de información.
Para colmo, una parte nuestros impuestos va a parar injustificadamente a sus arcas al ser la segunda aerolínea más subvencionada, ya que los gobiernos no tienen reparos en regalarle dinero para que traiga turistas aunque se ría de las leyes.
Los mismos gobiernos que, cuando se denuncian sus fraudes, miran hacia otro lado. Ellos sabrán por qué.