«Hoy te cruzarás con muchos futuros bankeros», decía Bankia en un anuncio premonitorio de la situación a la que nos ha llevado la entidad.
Ningún gobierno hasta la fecha se ha atrevido a poner freno al chantaje de los grandes bancos, los conocidos como sistémicos, de que su quiebra podría desestabilizar el sistema financiero y poner en riesgo la economía del país.
La situación a la que ha llegado Bankia y la crisis del sector financiero es consecuencia de las políticas iniciadas en la era Aznar, en la que Rato jugó un papel clave, y las prácticas de los gobiernos socialistas de Zapatero.
Porque en lugar de poner freno a especulación inmobiliaria, el anterior presidente del Gobierno se aprovechó de ella para dar una imagen de fortaleza de España por la que ahora estamos pagando las consecuencias, además de haber puesto a disposición de la banca, de forma irresponsable, dinero público por valor de decenas de miles de millones de euros.
Ahora Rajoy va a sacrificar a un chivo expiatorio ante los medios de comunicación y la opinión pública.
Es innegable que Miguel Ángel Fernández Ordóñez tiene mucha culpa de lo que ha ocurrido porque como gobernador del Banco de España se ha dedicado a mirar hacia otro lado ante los abusos del sector, sin importarle los derechos de los usuarios, víctimas de todo tipo de irregularidades, y los crecientes riesgos en los que se estaba introduciendo la banca española.
Pero Rajoy tiene una enorme carga de responsabilidad en lo que está pasando en el sector financiero y en la situación de Bankia.
Porque gobernó con Aznar y Rato, que jugó un papel clave en el diseño de las políticas que provocaron uno de los mayores fraudes de la España democrática: la burbuja inmobiliaria, ese negocio por el que la banca hinchó los precios de las viviendas, en connivencia con el sector inmobiliario y las entidades de tasación, para multiplicar los beneficios de las hipotecas.
Y más allá de haber sido partícipe de las decisiones de Aznar, muchas de ellas dictadas por Rato (que si tuviera un mínimo de decencia renunciaría a los 1,2 millones de euros que puede llevarse tras abandonar, o más bien ser expulsado, de Bankia), hay que recordar el actual presidente del Gobierno sólo apoyó a Zapatero en una cosa: los préstamos al sector financiero que ahora Bankia no puede devolver y que han obligado a acabar nacionalizando su matriz.
Con Bankia en manos del Estado, ¿será Rajoy un presidente el Gobierno transparente y responsable y asumirá los intereses de sus ciudadanos o se decantará por los de ese sector financiero que sólo pide privatizar los beneficios y socializar las pérdidas?
Ha llegado el momento de socializar los beneficios que puede representar tener en manos del Gobierno la mayor inmobiliaria del país, lo que permite poner sus pisos en venta o alquiler a precios justos, para acabar de una vez con la especulación del sector.
Rajoy puede tambien poner fin a los crueles desahucios que viene llevando a cabo Bankia. Sus víctimas: familias que no pueden hacer frente al pago de hipotecas, en muchos casos cargadas de cláusulas abusivas y que fueron concedidas hinchando el valor de tasación de las viviendas para hacer creíble su fraudulento precio y convirtiéndolas en una inversión especulativa.
Hoy, todos los ciudadanos somos banqueros, pero el mayor banquero de España es Mariano Rajoy. La cuestión es: ¿a quién quiere ayudar el presidente del Gobierno? ¿A los mismos que llevan años repartiéndose el botín del fraude de la burbuja o a los ciudadanos para los que gobierna?